Uno de los motivos de consulta más frecuentes es la aparición de un bulto en los labios de la vulva.
Éste puede ser: unilateral (lo más frecuente) o bilateral. Suele ser doloroso y puede incrementar de tamaño en días.
Signos por los que pensar que estamos ante un caso de bartolinitis y por los que deberíamos consultar:
- Enrojecimiento de la zona junto aparición de un bulto
- Inflamación y dolor a la palpación
- Supuración espontánea de líquido maloliente o purulento

La glándula de Bartolino se encuentra ubicada entre los labios mayores y la los labios menores. Su principal función es la lubricación de la vagina.
La bartolinitis ocurre por la obstrucción del orificio de salida de una de las dos glándulas. Al principio, suele tratarse solo de una inflamación, pero puede derivar en la formación de un quiste o un absceso.
Algunos estudios sostienen que la ropa muy ajustada o el uso continuo de prendas íntimas de lycra, podrían favorecer el desarrollo de bacterias que pueden causar esta dolencia. Otros consideran que los DIU y los anticonceptivos hormonales, podrían cambiar la consistencia del flujo vaginal generando estos episodios. Y hay otros que aseguran que son causados por el estrés, debido a la eliminación de un flujo amarillento. Sin embargo, a pesar de la multitud de escritos que se pueden encontrar online, no parece haber evidencia definitiva de una única causa específica ni método de prevención y también cabe la posibilidad de que la bartolinitis sea mera cuestión de predisposición del organismo.
Tratamiento de la Bartolinitis

La primera línea de tratamiento frente a esta dolencia sería la antibioterapia prescrita por el facultativo correspondiente. Uno de los medicamentos más usados es la Cloxacilina, que suele ser efectiva en los abscesos de pequeño tamaño. En cambio, cuando la respuesta no es adecuada y/o el dolor se hace muy intenso suele ser necesaria una pequeña intervención para drenarlo.
Esta intervención puede variar entre: un simple drenaje, la realización de una marsupialización, la colocación de una balón (que posteriormente se retira) o incluso la exéresis de la glándula (no recomendable a menos que se produzcan importantes recidivas).
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